La principal consulta que me hace la gente que llega a la clínica a interesarse por las clases del Método Pilates, y no lo conoce, es: “Me lo han recomendado pero, ¿qué es? ¿Una gimnasia? ¿Qué se hace?”

Al comienzo trataba de explicar que sí, es una gimnasia porque se hacen ejercicios… pero no es como la gimnasia de mantenimiento, ni tampoco es como el yoga.

Después de unas cuantas clases dadas (ya va para 7 años del centro de fisioterapia y movimiento), transmito lo que hace al Método Pilates tan especial: la intención que se pone.

Un ejemplo es el ejercicio de la imagen. Se llama “The Bridge”, el puente, y todos lo hemos hecho alguna vez en clase de gimnasia en la EGB, ¿a que sí? Lo que convierte al puente en algo diferente en las clases de pilates es que desde que empieza el ejercicio prestamos atención a nuestro cuerpo.

Así, si se hace bien, se logran varios efectos beneficiosos como articular correctamente la columna lumbar, estirar la musculatura paravertebral, fortalecer las piernas, mejorar el apoyo de los pies. No solo eso, sino que hacemos correcciones para que esté bien ejecutado y conseguir unos efectos concretos.

En clase siempre comento que los ejercicios más sencillos son los más difíciles, ya que podríamos estar puliendo su ejecución hasta el límite.

Y aquí es donde surge la intención y la labor del profesor de pilates que transmite qué busca cada ejercicio en nuestro cuerpo y cuál es la manera de alcanzarlo. Luego, es la persona quien debe explorar cómo se comporta su cuerpo para llegar ahí.

Ulises Gil Molina
Fisioterapeuta e instructor de Pilates